Manifestantes en Colombia con la camiseta de la Selección Colombia de fútbol.
Manifestantes en Colombia con la camiseta de la Selección Colombia de fútbol.
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EFE.

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Por primera vez, el fútbol sale vencido por la convulsión social en Colombia

El aplazamiento de todos los partidos internacionales representa un fenómeno especial, nunca visto en la historia del deporte en este país.

Muchas veces en su historia como república ha parecido que Colombia rueda barranco abajo después de haber caído por el precipicio de la desesperanza.

Y la gran parte de esas veces se ha utilizado el fútbol como el mecanismo para levantar el estado de ánimo de los ciudadanos, para esconder que es lo que está pasando o de plano como una ficha política. 

Hasta el reciente estallido del descontento social, en el marco del paro nacional 2021, el fútbol había salido triunfante y nunca se había detenido, por más ebullición que hubiera en el ambiente.  

El fútbol, por años y años, se celebró por encima de todo: muertes, violencia, inestabilidad social, crisis económica y un largo rosario de circunstancias adversas. 

Es por eso, que esta semana de cancelación de partidos de Liga Colombiana, Copa Libertadores y Sudamericana, seis en total, marca un hito que no se repitió ni en los momentos más negros de la patria. 

Tan solo en 1989 se canceló un torneo, consecuencia del homicidio directo de un protagonista, el árbitro Álvaro Ortega Madero. Y la otra oportunidad, fue por la situación del Covid-19 en el 2020. 

Ahora, lo más llamativo de todo, es que la gente sale a protestar con la camiseta de la Selección, las barras de los equipos comandan las peticiones de aplazamiento y los cánticos de las tribunas hoy son usados para protestar contra el establecimiento. 

Los mismos futbolistas, antes temerosos de opinar, han tomado roles protagónicos para denunciar lo que ellos consideran abusos. 

No quieren fútbol, quieren justicia. Un cambio abrupto de lo que fue los albores de la relación política-fútbol. 

Goles como antidepresivo nacional

Jorge Eliécer Gaitán, político colombiano.

El 9 de abril de 1948, siendo la 1:00 de la tarde, las balas asesinas de la intolerancia que desde entonces le marcan el paso al país dieron muerte al caudillo del partido Liberal Jorge Eliécer Gaitán, gran favorito a ganar las elecciones presidenciales. 

Su deceso se revirtió en una serie de protestas y actos vandálicos por todo el país y dieron marco a lo que se denominó ‘El Bogotazo’, momento que para muchos historiadores motivó lo que fueron los posteriores años de violencia bipartidista en el país y la motivación para el nacimiento de las guerrillas y largo rosario de situaciones que han convertido a Colombia en lo que hoy es. 

No evitó aquella tragedia que en ese mismo 1948, cuatro meses y seis días después del magnicidio que aún sacudía a la nación, a las 11:00 de la mañana en el Hipódromo de San Fernando, del municipio antioqueño de Itagüí, se diera inicio al Fútbol Profesional Colombiano (FPC) con la victoria del Atlético Municipal 2-0 ante Universidad Nacional. 

Desde ese primer instante que rodó el balón, los actores políticos del país se fueron acercando, para fortalecerlo y al mismo tiempo ganar influencia. 

El espectáculo de multitudes era provechoso para aquellos que necesitaban los votos de los millones y se entendió rápido que detrás de la pasión de este deporte se podría distraer al pueblo de la profunda tristeza por la pérdida de su ‘tribuno’. 

Cortina de humo, en forma de balón 

Palacio de Justicia en llamas durante la retoma.

Con el tiempo, reconocidos barones políticos se hicieron dueños de algunos equipos en las regiones e impulsaron, con sus influencias, beneficios para posicionar este deporte. 

Una de las grandes muestras de el uso de la política en el fútbol se ilustró la noche helada del 6 de noviembre de 1985 cuando un comando guerrillero del M-19 se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia, mientras el estado preparaba una brutal retoma que al día de hoy, sigue levantando preguntas en el ambiente ante la cantidad de desaparecidos que se le atribuye a las fuerzas del orden público. 

La estrategia del Presidente Belisario Betancurt fue ordenarle a la Ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, que para bajar la tónica del drama, transmitiera en la televisión un partido de fútbol, por la primera fecha de los octogonales finales de ese año, entre Millonarios y Unión Magdalena. 

Del Palacio de Justicia en llamas al Nemesio Camacho ‘el Campín’ hecho una caldera, sólo se separaban 10 kilómetros. 

Los ‘Embajadores’ ganaron 2-0 con goles de los argentinos Juan Carlos Díaz y Juan Gilberto Funes. La siguiente fecha del torneo se jugó con un minuto de silencio en honor a los fallecidos, en especial del magistrado José Eduardo Gnecco, quien hacía parte del tribunal de apelaciones. El campeón fue el América de Cali. 

El fútbol: Siempre adelante, ni un paso atrás

Luis Carlos Galán, político colombiano.

A las 8:00 de la noche de del 18 de agosto de 1989 el político santandereano y líder del movimiento del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán, entró a la plaza principal del municipio Soacha para presidir un acto de campaña, en la carrera por la Casa de Nariño que el político lideraba con absoluta ventaja. 

“¡Colombianos: siempre adelante, ni un paso atrás!”, juró en cada evento de campaña donde se comprometió a combatir la mafia y sus tentáculos delincuenciales del Cartel de Medellín y su líder, el sanguinario narcotraficante Pablo Escobar Gaviria. 

Sobre las 8:45 de la noche, un grupo de sicarios financiados por Escobar asesinó con balazos de sub-ametralladoras a Galán, quien recibió cinco disparos que terminaron con su vida.  

Menos de 48 horas después estaba programado en el recién inaugurado estadio Metropolitano de Barranquilla la primera jornada de las eliminatorias mundialistas a Italia 1990.

El debate nacional se centró en si tras la muerte del próximo presidente de Colombia a manos del crimen organizado, el país podría involucrarse en celebrar un partido de fútbol.  

“¡Colombianos: siempre adelante, ni un paso atrás!”, y  el partido se realizó y el luto se zanjó con un Metropolitano con 60 mil personas levantando pañuelos blancos durante el himno y luego gritando “¡Justicia!” a todo pulmón.

La Selección le ganó 2-0 a su similar de Ecuador con goles de Arnoldo ‘el Guajiro’ Iguarán. 

Un título para llenar la silla vacía 

Colombia, campeón de la Copa América 2001.

Gobernar a veces es cuestión de imagen, cuando en la práctica no se pueden ejecutar ninguna de las propuestas que se hizo en campaña, especialmente por la incapacidad para manejar un país, ante el recrudecimiento de un conflicto con un grupo terrorista. 

Al presidente de Colombia durante el cuatrienio 1998-2002, Andrés Pastrana, lo habían dejado en ridículo durante el inicio de unas fracasadas negociaciones de paz con la entonces guerrilla de las FARC. 

A Pastrana lo dejaron solo con una silla vacía al lado, el día que entre sus cuentas estaba posar en el inicio de los diálogos de paz en una ‘zona de distensión’ entre los municipios de Mesetas, La Uribe, La Macarena, Villahermosa y San Vicente del Caguán.

En enero de 1999 se quedó esperando a  Manuel Marulanda Vélez, alias ‘Tiro Fijo’, máximo líder de las FARC, y en la foto salió al lado de una famosa silla vacía que presagió el desastre final que sería dicha negociación. 

Lo que siguió fueron actos terroristas de la guerrilla por todos lados del país y para disimularlo el Gobierno pujó hasta no poder más para obtener la sede de la Copa América 2001. Colombia terminó ganando el torneo, al que no vino Argentina aduciendo inseguridad.

Pastrana, con una camiseta del equipo metida en su pantalón de paño, le entregó el trofeo de campeón a Iván Ramiro Córdoba, capitán y anotador del gol del título en la final que se le ganó 1-0 a México, en ‘el Campín’, el 29 de julio. 

El título no terminó la guerra, ni mejoró la imagen empobrecida de un Pastrana que al final tuvo que dar por terminado el proceso de paz, en una derrota política que el fútbol le ayudó apaciguar.

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